Lo que yo quiero
es encontrarte una noche
que la luna haya hecho bella
con motivo de su luz…
Una noche toda adornada
con un reguero inmenso de estrellas,
¡bellas… como tú!...
¡Noche incitadora al deseo del amor!...
Quiero que al encontrarnos
me mires fijamente;
quiero que me acaricien
primero tus ojos, toda tu mente…
Quiero que pienses mucho en mí…,
¡que te olvides de todo!...
Quiero darme cuenta
de que estás nerviosa,
¡como deseando algo…
que no debes hacer!...
Queriendo llegar a mí,
aunque nerviosa, temblando de emoción…,
de amor loca, suspirando ansiosa…
Quiero tomarte las manos,
atraerte a mí…, muy junto a mí…,
juntar tu pecho con mi pecho,
para, así, de tu corazón sentir los latidos:
que uno a uno vayan diciendo de tus ansias…,
tus anhelos… y tus deseos de besos y placer…
Quiero, después de sentir
todo tu cuerpo junto al mío,
mirarte la boca como pidiéndotela…,
¡suplicarte un beso… y otro… y otro!...,
Y sentir los tuyos otorgados
en mi dulce silencio…
Quiero saciarme de tu boca,
de tus besos…, de tu aliento…,
¡morderte con locura los labios!
quedándote grabada con mis ansias para siempre…,
con mis besos…, que más que con mi boca,
he de darte con el alma!...
Quiero besarte los ojos,
besarte al oído como nadie te ha besado…,
¡besarte en el cuello…
con un beso tan fuerte,
que sea el recuerdo de nuestro encuentro sagrado!...;
¡besarte mucho… con besos que no has imaginado!...
Quiero, cuando ya tu boca,
tus ojos y tu cuello me parezcan poco
para apagar esta sed furiosa de besos,
¡rasgarte el vestido…
y besarte las rosas que guarda tu pecho!...
Y ebrio de sensualismo,
en tus brazos sentirme niño…
Quiero verte enloquecida…,
gimiendo de goce…, adolorida…;
pero, con frases de ternura,
pidiéndome besos…, que te bese más…,
¡que te bese… toda…, toda!...,
¡que te dé mi vida!...
Y quiero, cuando al fin te vea así,
como tanto te deseaba,
esbelta ante mí, como te vio Natura,
convertir esto que llamamos amor
en pasión ardiente…, en maravillosa ternura…
¡Y entonces los dos…, frente a frente…,
cometer una locura!...